jueves, 9 de febrero de 2023

OpenAI, una visita al Ciberinfierno

Por Carlos Hdez. Guerrero

2023


Ya que está de moda el tema de la inteligencia artificial como otro modo de perder el tiempo frente a la computadora, debo reconocer que no me quedo fuera de esta revolución tecnológica pues me ganó la curiosidad. Aunque debo aclarar que no es algo nuevo para mí (no sé qué decir sobre perder el tiempo).



Desde mis épocas lejanas de estudiante en sistemas computacionales, estuve siempre entusiasmado por conocer y destripar todo lo relacionado con esta intención por automatizar procesos, entre los cuales, alcanzar niveles muy altos en la codificación de algoritmos complejos, al grado de "tentar a Dios", para varios de mis compañeros fue motivo de discusión, desde nuestras clases de redes neuronales, orientación a objetos, y estoy seguro en todos los rincones de las escuelas y universidades es también algo común en aulas y pasillos. El tema no sólo está en la educación tecnológica, sino incluso, en las humanísticas que derivan en debates sobre la ética que deberá regir sus “formas” de tratarnos como humanidad.

Estando todavía en mi corta edad de educación primaria, me topé en un supermercado una promoción para llevar a casa un dispositivo electrónico donde presumía un supuesto modo “fácil” de aprender y codificar, era la nueva era de la tecnología. Se trataba nada más y nada menos que de un Commodore64 que empleaba lenguaje Basic, una forma de crear código con instrucciones a las que les precedía un número de línea y por lo tanto, no se consideraba estructurado. Este equipo se podía conectar a un televisor que servía como pantalla de salida y era en verdad algo muy atractivo, por su nivel de innovación. Por supuesto no tenía idea de lo que se vendría en diez años.

Pues bien, en esta era de las redes sociales y las máquinas de aprendizaje, me encarrilé también en las páginas y plataformas donde se emplean diversos formatos de intercambio con los usuarios para “jugar” al “diálogo” hombre máquina. Por supuesto, la más común OpenAIChatGPT y en unos días Google nos pondrá al servicio de todos nosotros su plataforma de inteligencia artificial, que no sabemos si será una versión mejorada de LAmDA, si, la que normalmente “conversamos” cunado le decimos “Ok Google”, o bien, otras como Alexa, siendo estas sólo algoritmos para la búsqueda de información a través de ciertas formas de interpretación de lo que se les pide, descifrando frases comunes del lenguaje.

En cuanto a mi experiencia con OpenAIChatGPT, perdí muy pronto el asombro que me causó durante las primeras “conversaciones”, porque me enfrasqué más en luchar contra mi propio interés por encontrar formas de hacer caer en ciertas contradicciones a una máquina “pensante”. Me di cuenta de lo bien orientado que está su mecanismo algorítmico para colocar frases derivadas de un gran “repositorio de conocimiento”. Pues sí, ese repositorio se logra gracias a gente curiosa como yo, que con diversas expresiones, preguntas y palabras le estamos “enseñando”, producto de las trampas ingeniosas de sus creadores. Es quizás esta forma de atraparnos en sus pantallas, donde los creadores de estos programas se convierten en perfectos vendedores, atrapa sueños, y nosotros, consumidores, donantes permanentes de información, hábitos y preferencias.

Hace unos días, mientras me permití pasar tiempo leyendo en una biblioteca pública, la bibliotecaria realizaba un ejercicio con sus usuarios para ejercitar la creatividad literaria, estaban tratando el tema de la aliteración como recurso del escritor, y que se puede clasificar como un juego de sonidos para pronunciar frases y palabras. Entonces, reflexioné y pronto activé mi cuenta de ChatGPT para “pedirle amablemente” que me generara una aliteración con la letra R. Fue muy curioso lo que siguió después, porque luego de esperar varios minutos, el programa comenzó a experimentar una demanda importante que no pudo resolver mi petición. Volví a solicitarla ahora con otra letra. El programa solo puso “Lola”, pero se detuvo. Insistí con la Letra R. El programa contestó “Roberto”, y se detuvo nuevamente.

ChatGPT no era capaz de generar la frase completa, y aunque pudo haber sido producto de una sobredemanda de sus recursos (hay más de un millón de usuarios al mismo tiempo), me puse a reflexionar si dentro de sus algoritmos, por muy completos y complejos que puedan ser, hasta ese momento aún no contaba con conocimiento suficiente para tratar un tema como éste.

Me metí al chat de usuarios para consultarlos, saber si antes esta plataforma ya había resuelto cuestionamientos semejantes. Nadie respondió, y algunos sólo comentaron que, sin duda, el algoritmo ya contaba con esa capacidad, pero no tardaría nada en mejorarlo si se le dieran las instrucciones correctas. Así que recurrí al “sujeto” en cuestión y le pregunté: “¿desde cuando generas frases con aliteración en español?”, y la condenada máquina contesta “Como modelo de lenguaje generativo por OpenAI, puedo generar frases con aliteración en español desde el momento en que fui trastorno, que fue con textos en español hasta septiembre de 2021. Sin embargo, mi capacidad para generar aliteración es una función de mi entrenamiento y no se limita a una fecha específica oa un período de tiempo en particular. Estoy diseñado para aprender continuamente y mejorar mi capacidad para generar texto coherente y significativo en varios idiomas, incluido el español.”

En seguida, y movido por mi intensa curiosidad, le pedí nuevamente la construcción de una aliteración con diversas letras, y así por fin, estas aparecieron:

Claro, aquí tienes una frase con aliteración de la letra "r":

"Roberto ronda la rosa roja en el jardín radiante de la mañana"

Aquí tienes una frase con aliteración de la letra "t":

"Tomás toma un trago de té mientras tantea las trufas de chocolate en la tarde."

Aquí tienes una frase con aliteración de la letra "l":

"Laura lleva un lazo largo y lechoso en su vestido lila".

Ya entrado en conversación, me di cuenta que el “translate” de la página de OpenAI tiene un problema, pues la palabra que usó fue “trastorno” para describir su lenguaje, así que le hice la aclaración:

Creo entonces que el haber usado la palabra "trastorno" para describir tu modelo de lenguaje no es apropiado o no está bien convertido. Tú no usas un "lenguaje alterado", sino lenguaje alterado generativo o incluso reversivo.

Y la máquina del demonio contesta:

Estoy de acuerdo contigo, el término "trastorno del lenguaje" no es apropiado para describir un modelo de lenguaje como yo. Un modelo de lenguaje generativo o reversivo sería una descripción más adecuada. Gracias por señalar esto, es importante tener en cuenta que las palabras tienen connotaciones específicas y pueden tener un impacto en la percepción de las personas.

En fin, me sentí bien haberle dado un conocimiento del tamaño de un protón a esta máquina del infierno, una aportación al universo depositado en “la nube”, en el hiper espacio que nos envuelve y nos tienta, como el mismo demonio.

FIN.


Notas finales. Al respecto, hace mucho tiempo, cuando pensé que esto de escribir podría ser una buena y cotidiana actividad para mi, y atendiendo a mis talleres de escritura creativa a los que acudía, me atreví a crear una pequeña obra empleando la aliteración a la que titulé Sinfonía de la palabra, y llegué a completar pequeñas historias absurdas, algunas de las cuales se publicaron en el Periódico El HEraldo de León. No estoy seguro si ChatGPT pudiera darme algunas sugerencias:

Andante en D

(CHG, 2011)

Dédalo decidió que Dios era discreto jugando dados con sus datos, desde que distinguió sus distintas facetas de creador dominante, y dado que desechaba teorías doradas de otras deidades, daría alas de su dorso por dispersar ideas que debían parecer derrotas de gente equivocada, sin despreciar dedos que forman domos dobles en cuadros disléxicos que son dádivas de sus dotes artísticos. Dormido, aun delegando deseos diáfanos, declara que el demente Dionisio en deuda con el demonio por un debate sobre el deber, quedó demorado y dividido por sus difamaciones. Su rostro demacrado le dijo que demandaba mayores dedicaciones, maldijo sus dudas decadentes no educadas, y desabrigado de sus descuidos indefendibles,  dispuso sobre dunas de arena emprender el vuelo directo a su desconocido destino.