sábado, 12 de diciembre de 2015

Con libros no existe el apagón analógico

Reflexiones de Carlos Hdez. Guerrero

El cultivo de la mente es un alimento para el alma. Marco Tulio Cicerón.

Imagine usted, los siguientes datos son crudos pero la realidad que vivimos tiene tantas cosas para ponerse a pensar, y eso al menos ya es ganancia.


Sociedad consumidora de imagen

Veamos, el gobierno federal, desde la administración de Felipe Calderón, promovió un brinco tecnológico para llevar las comunicaciones a otra generación, dando paso al conocido “apagón digital”, donde la televisión analógica, es decir la tradicional que conocemos de hace décadas, quedaría fuera de transmisión y colocando la nueva era digital con mejores características en imagen y transmisión de datos. El plan tenía un inconveniente: la sociedad mexicana mediatizada y consumidora de espectáculo tenía en un alto porcentaje un televisor analógico, “antiguo” por llamarlo de alguna manera.

Una nota de El Economista nos dice: 
Aunque fue aprobada por el Congreso de la Unión en 2013, la fecha del apagón analógico ya estaba contemplada en el decreto del ex presidente Felipe Calderón del 2 de septiembre de 2010, es decir, tanto concesionarios como permisionarios tenían un horizonte de cinco años para migrar a la tecnología digital”, dijo la Amedi (Asociación Mexicana de Derecho a la Información), que pronto renovará su cúpula directiva.
También recordó que antes de que en el gobierno de Vicente Fox, en 2004, se comenzaran a definir políticas para la transición a la TV digital, ya en 1999 se había creado un comité para la elección del estándar de transmisión de este servicio, que resultó ser el A/53 ATSC.
“En estricto sentido, el proceso de transición a la TDT va a cumplir 16 años y desde entonces tienen conocimiento los concesionarios”, dijo la Amedi. ( http://eleconomista.com.mx/industrias/2015/11/09/apagon-analogico-tuvo-cinco-anos-lograrse-amedi)

La misma estrategia continuó con Enrique Peña Nieto y consistió en cubrir ese “hueco” popular de “alta necesidad” mediante la distribución gratuita de millones de nuevas pantallas que puedan cubrir la nueva era tecnológica. De este modo, la canasta de consumo básico, exigencia de las masas que pueden prescindir de un libro, no podrá quedar descubierto por las señales seductoras del poder de la imagen, el pueblo es el principal generador de necesidades, pero si no las necesita, hay que crearlas, “lo que el pueblo nos demande”. No importa que grupo detente la banda presidencial, todos los que participan en el mismo juego de la política saben de las ventajas que arrastra un sistema de comunicación que conecta al consumidor pasivo con mensajes populistas seductores o de persuasión.

A principios de este Siglo XXI, Giovanni Sartori, en su obra Homo Videns (la sociedad teledirigida) nos advierte de estos mecanismos de las nuevas sociedades y los efectos de su relación con este instrumento mal comprendido:

Con la televisión, nos aventuramos en una novela radicalmente nueva. La televisión no es un anexo; es sobre todo una sustitución que modifica sustancialmente la relación entre el entender y el ver. Hasta hoy día, el mundo, los acontecimientos del mundo, se nos relataban (por escrito); actualmente se nos muestran, y el relato (su explicación) está prácticamente sólo en función de las imágenes que aparecen en la pantalla… Por encima de todo, la televisión es la primera escuela del niño (la escuela divertida que precede a la escuela aburrida); y el niño es un animal simbólico que recibe su imprint, su impronta educacional, en imágenes de un mundo centrado en el hecho de ver. En esta paideia, la predisposición a la violencia, es, decía, sólo detalle del problema (según se dice, el hábito a exponerse durante mucho tiempo a la TV). El problema es, que el niño es una esponja que registra y absorbe indiscriminadamente todo lo que ve (ya que no posee aún capacidad de discriminación). Por el contrario, desde el otro punto de vista, el niño formado en la imagen se reduce a ser un hombre que no lee y, por tanto, la mayoría de las veces, es un ser “reblandecido por la televisión”, adicto de por vida a los videojuegos.

No nos remitamos solamente a los niños, si bien es donde podemos captar ese proceso natural de aprendizaje, en nuestra sociedad personas mayores de 18 años están hipnotizados por una realidad simulada, atrapados por la hiperestimulación que generan los medios virtuales, las redes sociales y una “necesidad” de pertenencia por estímulos que nos llegan desde las grandes compañías que nos venden estilos de vida: hay que “tener” para “ser”, lo que implica “pertenecer”, identidades y conciencias compradas.

Los gastos del encendido digital

Muchos años atrás (2006) durante mi paso de un postgrado en la Universidad Iberoamericana, ya había escrito sobre la forma como se modifican los valores gracias a la influencia de los contenidos de la programación de TV, y no propiamente por el artefacto en sí mismo, de ahí que lo llamo “incomprendido”, ese instrumento que el menos en mi infancia tuvo una influencia considerable en mi forma de concebir y relacionarme con el mundo. Por fortuna, alrededor había otro instrumento menos complejo, tecnológicamente hablando, que también me embarcaba en viajes interesantes y seductores: el libro.

En su momento, este aparato que llegué a conocer todavía con bulbos y en blanco y negro, cumplía con su objetivo de entretenimiento como hoy en día, y eran pocos los comentarios respecto a su impacto negativo en la formación de la sociedad. Y por otro lado, la divulgación de la lectura estaba en los programas de educación básica que nos conectaba con la genialidad de Juan José Arreola, Juana de Ibarbourou, entre otros. En mi ciudad apenas tenía conocimiento de una biblioteca en la zona Centro y los talleres de cultura se limitaban a trabajos manuales, música, baile y teatro, poco sabía sobre talleres o círculos de lectura.  Era inimaginable la vorágine con que la tecnología iba a llegar a transformar nuestro mundo colocando en cada hogar y en cada individuo un artefacto de capacidades inmensas para comunicar y relacionar a las personas, se comparten opiniones y conocimiento en minutos, y aun así existe un cierto grado de insatisfacción, sin pensar que muchos contenidos están cargados de estupidez y flojera cerebral.

El apagón analógico que es el fin de un sistema de transmisión de señal, es en cierto modo, un engendro que combina innovación tecnológica con demanda del mercado, pero también harto grado de perversión para el mejor postor. Tan solo comparemos los esfuerzos por mantener al televidente cautivo contra los que se realizan para crear una sociedad de lectores.
Según la información que llega a mis manos 19 mil millones de pesos es lo gastado para el apagón analógico (http://www.20minutos.com.mx/noticia/12023/0/televisiones-digitales/gratis-sct/apagon-analogico/)  repartiendo 14 millones de televisores digitales, por familia de escasos recursos y cada vivienda podría habitar una o más familias, siendo el fenómeno algo complejo, podrían haber 2 o más de estos aparatos por vivienda.

El número de viviendas habitadas en todo el país, según el INEGI llega a casi 32 millones, lo que representa que el Gobierno Federal está cubriendo casi un 43% con pantallas digitales, si fuera una familia por vivienda… bueno digamos que es posible que se van a satisfacer al menos a un 35% de hogares mexicanos, con un valor de 3.7 habitantes por vivienda, 11.2 millones de hogares contarán con al menos un aparato que llevara entretenimiento a cerca de 41.4 millones de personas, es decir el 35% de la población nacional. El gobierno ha gastado (que no invertido) cerca de 459 pesos por cada persona, según mis tanteos mentales. (Cada pantalla colocada en las viviendas tendría un costo aproximado de 1,357.14 pesos, los precios aproximados en tiendas comerciales están por encima de los 2 mil pesos, sin embargo es un buen negocio para los proveedores).

Mientras tanto, bajo el argumento de mejorar la calidad educativa para el desarrollo de “nuevas habilidades” y formación de estudiantes más competitivos, el gobierno del Estado de Guanajuato ha realizado una inversión de 300 millones de pesos para entregar 125 mil tabletas repartidas en 82 mil 700 para estudiantes y 42 mil 300 profesores.

En Julio de 2015 un periódico local detectaba que algunos de estos estudiantes las ofrecían a la venta por 1,300 pesos a través de las redes sociales, y unas casas de empeño habían detectado intentos de lucrar con ellas, sin embargo, gracias a los acuerdos alcanzados con la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios Prendarios (AMESPRE) no las aceptaron. Por otro lado, haciendo una pronta investigación entre varios alumnos de secundaria y preparatoria que habían recibido sus equipos entre Septiembre y Octubre, me confesaron que en el aula apenas le dedicaban 1 hora aproximadamente, algunos maestros les pedían usarlas para las tareas (destacando su esfuerzo clásico de “copiar y pegar”) lo que implicaba no más de 2 horas a la semana y que el uso que le daban era para tomar selfies y pasar más de 4 horas diarias en las redes sociales.

El mismo periódico local se aproximaba a lo que yo había detectado, ahí aseguran que los alumnos las usan para jugar, escuchar música y ver videos que para estudiar. Además, los delincuentes han encontrado una oportunidad para asaltar a los estudiantes, algo que pude constatar pues supe de 3 casos en que fueron abordados por estos amantes de lo ajeno sin causarles mayor daño que el susto y privarlos de ese beneficio tecnológico. La nota del diario informa que a fin de asegurarse el buen uso de la Tablet, se pone a disposición de los usuarios, principalmente los padres de familia una aplicación “Qustodio de Control Parental” pero que solo se puede usar gratuitamente por 3 días, después de eso se tendrá que pagar una suscripción anual por cerca de 194.33 pesos  Sin embargo, al realizar el proceso de compra, al final la aplicación señala que en pesos mexicanos el importe total es de 600 pesos (periódico am, PEDRO MADRAZO / Publicada el 19/10/2015).

No es exclusivo del Estado de Guanajuato, en 2014 La SEP informaba que se gastó 2 mil 500 millones de pesos en tabletas para los estudiantes de quinto grado de seis de los 32 estados de la República y eso era solo el comienzo. Para cuestionar sobre la efectividad de llevar esta “estrategia” de conectar a los estudiantes con las nuevas tecnologías, recordé un artículo de Luis Felipe Lomelí en Octubre de 2014 “Tabletas SEP: ¿mejora la educación” donde se aborda el tema con un gran escepticismo (http://www.sinembargo.mx/opinion/01-10-2014/27750).

En mi opinión, era indispensable haber organizado unas campañas de capacitación y formación docente para que adopten nuevas prácticas en el uso de estos dispositivos electrónicos. Es posible que tomen tiempo, pero esa es una inversión importante para dirigir apropiadamente a los alumnos y padres de familia antes de haber entregado los dispositivos pues no estaban realmente preparados para asumir esta nueva responsabilidad. Es un hecho y una realidad que las carencias de nuestra sociedad no le permiten a una gran mayoría tener acceso a las nuevas tecnologías. Un maestro me confesaba con cierta pena que desconocía la manera cómo aplicaría las tablets en sus clases “estos niños saben más que yo”, aceptaba con resignación. Existe una brecha cultural aún más grande que tiene que ser atendida con urgencia para que estos gastos se conviertan en una verdadera “inversión social”.

Los libros no requieren apagón.

William James solía predicar la “voluntad de creer”. Yo, por mi parte, quisiera predicar la “voluntad de dudar”… Lo que se persigue no es la voluntad de creer sino el deseo de descubrir, que es exactamente lo opuesto. Bertrand Ruseell, Sceptical Essays.

¿Y si se hicieran esfuerzos por llevar libros a cada hogar mexicano?... lo sé, muchos me llamarán “pobre iluso” y soltarán una leve sonrisa, les sobran motivos para calificarme menos que eso. En el 2014 publicaba cifras de lectura que nos dejaban completamente insatisfechos, claro para quienes consideramos que es mejor el hábito de leer.

Con esto no soy de los apocalípticos que quisieran quemar televisores en las plazas públicas, el instrumento en sí es un símbolo del progreso y el ingenio de la humanidad, su uso depende de una inteligente y bien intencionada voluntad, y eso es precisamente lo que no distingue a las compañías televisoras. Sobre un posible sentimiento de nostalgia  y comprensión que implica la influencia del televisor en nuestras vidas, los remito a un artículo de Pedro Mena Bermúdez publicado en la revista alternativas “Una caja llamada idiota” (Revista Alternativas, núm. 61, Junio 2015, http://issuu.com/revistaculturalalternativas/docs/revista_cultural_alternativas_n61_j/14).

Los mexicanos, según la ENCUESTA NACIONAL DE LECTURA Y ESCRITURA 2015, que llevó a cabo el CONACULTA (https://observatorio.librosmexico.mx/encuesta.html) , estamos leyendo más, lo que es sin duda un logro para nuestra sociedad. Según esta fuente de información, leemos 5.3 libros al año mientras que en 2013 se reportaba un promedio de 2.8, es decir, leemos casi el doble en un periodo de 2 años.

Mientras tanto, según el INEGI en su Módulo de lectura del 2015, un 61% de personas manifestaron tener menos de 25 libros diferentes a los de texto en casa, y un apenas un 10.4% acepta que accede a material de lectura en una biblioteca. Para quienes manifestaron tener una cierta afición por los libros, el tiempo promedio por sesión continua de lectura del total de la población es de 39 minutos, mientras que las razones declaradas para no leer libros, revistas, periódicos, historietas, páginas de Internet, foros o blogs, en mayor proporción son: “por falta de interés” (36.8 por ciento) y “por falta de tiempo” (35.8 por ciento).

Lleven estos indicadores al uso de las tablets o la dedicación que se tiene en casa para las nuevas pantallas digitales, donde el interés cambia y casi no existe “la falta de tiempo” acaso porque la televisión compite directamente contra el uso prolongado en Internet, según la AMIPCI el internauta en México supera las 6 horas diarias  (https://www.amipci.org.mx/images/AMIPCI_HABITOS_DEL_INTERNAUTA_MEXICANO_2015.pdf). De estos el 85% manifiesta que entra a Internet para accesar a las redes sociales y un 64% para enviar/recibir mensajes instantáneos, es decir, para “chatear”. Apenas un 78% dice que la utiliza también para búsqueda de información, aunque no especifica el tipo de información. Destaca también el ocio de descargar música al usar sus equipos, llegando a ser un 53%.

Destacable que el acceso a Internet lo hace un 58% a través de su Smartphone y un 31% a través de tablets, algo que va a crecer significativamente con la campaña de inclusión que llevan a cabo los gobiernos federal y estatal. En estos momentos la cifra debe ser muy grande, los chicos desde el primer día estuvieron al pendiente de configurar sus equipos para que puedan detectar las señales WiFi de sus hogares o de lugares públicos como lo es México Conectado dedicado a la provisión de Internet abierta, que tiene propuesta una asignación presupuestal para el 2016 de 1,816 millones de pesos, aunque tiene una disminución anual de 25 por ciento con respecto al 2015 que fue de 2,421 millones de pesos, según Ernesto Piedras columnista de El Economista y miembro del ITAM, todo esto debido a un ajuste de austeridad presupuestal.

Es una combinación lógica, dada la gran distribución de dispositivos para estudiantes de los niveles básicos de educación, hacía necesario contar con Internet público para que puedan ser “usadas” con mayor interés. Sin Internet los equipos tienen menos valor para los usuarios una vez que entendemos las cifras que nos reporta la AMIPCI sobre los hábitos de los internautas en México. En contraste, el presupuesto de la nueva Secretaría de la Cultura que sustituye al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes CONACULTA tiene asignados 5 mil 343 millones de pesos, es decir, el recurso de un solo programa llamado México conectado representa un 34% de lo destinado para apoyar las actividades de promoción y cultura de donde depende la Red General de Bibliotecas Públicas en todo el país, el Consejo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura, Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, Canal 22, el Consejo Nacional de Fomento Educativo, el Fondo de Cultura Económica, así como El Instituto Nacional de Bellas Artes INBA y el instituto Nacional de Antropología e Historia INAH entre otros. Así como lo la acaba de leer, un solo programa abarca presupuesto en proporción mayor que algunas de estas instituciones.

Parece que la prioridad por colocar la tecnología al alcance de la sociedad tiene una prioridad inmensa sobre otros programas, dada la proporcionalidad de presupuestos. Quizás encuentre algo razonable en la anunciada secretaría de la Cultura, pero todavía tengo mis dudas al respecto. En lo que me encuentro más seguro, es que contar con las pantallas digitales que derivó el “apagón analógico” así como la distribución de miles de tablets entre la población estudiantil no implica un gran avance para incursionar en una sociedad más educada.

Los programas para fomentar la lectura como “Vacaciones en la biblioteca”, Salas de lectura, Paralibros, “La hora del cuento”, entre otros, un 30% son gestionados por la federación, y sin embargo, en los medios que utilizan tanto el Gobierno Federal como el Gobierno del Estado de Guanajuato, merecen apenas algunas notas informativas contra un monstruo de publicidad sobre la entrega de tablets en las escuelas que se despliegan en nuestros navegadores mientras consultamos algunas páginas y portales de correo electrónico. Lo que me lleva a pensar que el gasto aplicado para esos programas de Mover a México con pantallas digitales y tablets aún falta sumarles lo que se pagó para mantener dicha publicidad en radio, televisión e impresos.

En León Gto., la anterior administración 2012-2015 tuvo dos años únicamente aplicando el programa de “Becas Lector”. En el 2015 no solo no fue prioridad, sino que no hubo convocatoria y resulta difícil saber cuáles fueron los resultados de las campañas anteriores, refiriéndome especialmente a si estos chicos, que leyeron varios libros a cambio de recibir un estímulo económico, se mantienen hoy en día como lectores cautivos. En este momento es difícil saber cuál será la estrategia del actual Ayuntamiento para el fomento a la lectura, partiendo por el presupuesto y seguido por un plan de acción efectivo y con un verdadero sentido de crear lectores y no “interesados” en una suma de dinero que resulta ser el principal atractivo de este tipo de programas que con el paso del tiempo se pierden en una decantación de cifras para “informes” que disfracen acciones de gobierno.

La competencia entre el libro impreso contra las “bondades” de los dispositivos electrónicos es muy fuerte. Los gobernantes, sumidos en una guerra electoral permanente, apuestan a crear seguidores cautivos mediante dádivas. La tecnología les exige enfrentar retos de futuro, y tiene sentido que enfoquen esfuerzos para hacer a México un país y a Guanajuato un estado competitivos, eso nadie les debe refutar. Lo cuestionable son los procedimientos y prioridades que se dan dado el ambiente político y económico. Difícil tarea tendría cualquier gobernante ante una sociedad en gran medida conformista y deseosa de ser abrigada con derechos de manutención. Esto último es un problema socio cultural derivado de un sistema educativo con muchas deficiencias. Según la OCDE México destina sólo el 2.5% para mejorar escuelas del gasto público destinado para educación. En el 2012 dicho presupuesto representaba el 5.2% del PIB, lo que representa que se gastó 2,600 dólares por estudiante de primaria, lejos de los 8,200 dólares del promedio de la OCDE (http://www.cnnexpansion.com/economia/2015/11/24/mexico-reprueba-en-inversion-educativa-ante-la-ocde). ¿Cuánto de ese dinero fue para mejorar sus espacios educativos y cuanto de esto será empleado para que desperdicie su tiempo en un aparato que en poco tiempo podría ser obsoleto o deje de funcionar?

Cuando un libro se abre, difícilmente el niño o el estudiante está pensando en cualquier amenaza de virus, o bien, en la presencia de una señal WiFi para que pueda ser utilizado. Las actitudes de los educandos cambian de manera amenazante cuando carecen de electricidad, cuando las pilas han perdido su carga… cuando no tienen instalado un programa para descargar música, en fin. Los libros poseen ciertas ventajas y pueden ser un verdadero complemento para que la tecnología sea empleada en su perfecta dimensión: nos comunican más rápido y nos proporcionan información más completa y variada. Para ello, como decía renglones atrás, se hace indispensable un plan de acción para capacitar más y mejor a profesores y padres de familia.

A ciertos actores políticos y de la sociedad les puede caer como patada al hígado, algunos de mis comentarios antes referidos, y nada más me gustaría que estar equivocado y tener información errónea. Espacio y tiempo me falta para continuar reflexionando y documentando sobre este fenómeno de la actualidad. El futuro nos alcanzó inevitablemente. Atrás quedaron mis reflexiones sobre el fomento a la lectura de aquél lejano año de 2014 en este mismo blog, donde abundo sobre estrategias y citas de eventos para hacer que los libros lleguen a los diversos rincones de nuestra ciudad y la gente en general.

Siento que mi texto termina abruptamente, sin embargo, lo hago así para que después de tantas cifras y reflexiones, usted pueda llegar a sus propias conclusiones. El apagón digital no debería ser un tema de crisis, si nuestra sociedad tuviera un mayor aprecio por los libros. Una vez aplicado el cambio de señal analógica a digital, millones de hogares hubieran aceptado que desde décadas atrás ese rincón dedicado para colocar la caja idiota se pudo haber destinado para colocar un modesto mueble con varias decenas de libros y enciclopedias. Su inversión podría variar según los gustos de cada familia pero estoy seguro, que ni el gobierno ni cada jefe de familia habría gastado tanto como la cantidad de dinero que está representando actualmente.

Para mayor información:
http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/encuestas/hogares/modulos/molec/doc/resultados_molec_ago15.pdf

Fuente imagen: es.123rf.com