lunes, 9 de marzo de 2020

Un día sin ellas, de ausencias y olvidos

Reflexiones desde el intestino poético que todos llevamos dentro.
Por Carlos Hdez. Guerrero

Ante esta ola de violencia contra la mujer, ante el infame aparato inútil de nuestros gobernantes para garanticen justicia y seguridad para ellas, ante una ausencia de hombres que sean verdaderos hombres, de instituciones inútiles, surge un grito indispensable para hacer notar la importancia, que ya la tienen desde el principio de todo, pero que ha sido dejado a un nivel despreciable.

Es su ausencia, de la mujer, lo que imprime un sello que debería retumbar en su centro la Tierra, para proteger y garantizar sus derechos, alcanzar la igualdad entre todos, y me refiero a la humanidad y su espíritu que finalmente es sólo uno. Imposible será este día 9 de Marzo que desaparezcan de la actividad humana, por muchos motivos, pero que este sea sólo una prueba, un adelanto de lo que en el futuro podría ser un grito más eficaz y contundente, el presagio de un verdadero desastre.

La ausencia destaca en el arte, y varios poetas nos dedican palabras que bien podrían encajar en el ambiente social que hoy es causa de debate y de mantener los ojos puestos donde es indispensable mantener nuestra atención y nuestra conciencia colectiva despierta.

En mi ya clásico estilo de meditar y analizar los contenidos del arte poético, como buen aficionado de la lectura, me permito citar algo de autores y autoras que tratan el tema de la ausencia y esta fragilidad humana de nuestro abismo e infinito poder espiritual de sabernos a nosotros mismos, hombres y mujeres, uno mismo, infranqueable nuestra necesidad natural, que no estar implica necesariamente el olvido.

Ausencia
Jorge Luis Borges

Habré de levantar la vasta vida
                 que aún ahora es tu espejo:
                                cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
                 y sin sentido, iguales
           a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
                                                        palabras de aquel tiempo,
                        yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
                                                      para que no vea tu ausencia
                                                    que como un sol terrible, sin ocaso,
               brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
                                    como la cuerda a la garganta,
                       el mar al que se hunde.


Y en honor de la tan inspirada necesidad de contar con la presencia del ser amado, transcribo de la obra de Juan Boscán (España del siglo XVI), un soneto llamado «Quién dice que la ausencia causa olvido», (Cinco poemas inéditos y un ensayo de aproximación critica, obra y análisis de  Pedro López Lara).

¿Acaso la ausencia debe llevarnos a la pérdida del otro?, ¿qué no debería de ser su ausencia un motivo para impulsar la necesidad de mantener una compañía permanente y de respeto y gustos compartidos?, pero si la otra persona ya ha partido de este mundo, ¿es la poesía un mecanismo de acercamiento por la memoria y los sentimientos para lograr ese contacto indispensable?

SONETOS
Soneto en respuesta del ausente
¿Quién duda que en el fuego de Cupido
esté, el que está ausente, más penado,
por estar de su bien tan apartado
quanto está de congojas aflixido?
Mas ¿qué digo? ¿Y no miro que el olvido
la causa de alegrase en summo grado?
Aquel que es también confirmado
no tiene, pues no fue faborescido.
Y si con la materia más se endende
el fuego que aún no está bien inflamado.
la flecha de amor tan sin clemencia,
mirará bien por si el que se defiende.
y si no quiere ser enamorado,
aguallo ha, con el agua del ausentia.


II
Otro
Quien niega que la ausencia causa olvido
presume de muy fiel enamorado.
Al fin un corazón que está apartado
olvida y no es de nuevo combatido.
Emplea en otras cosas el sentido,
aloja la memoria su cuidado;
si mucho de quien ama está apartado,
apágase el querer muy encendido.
Bárranse las heridas comenzadas.
quando cesa el mirar que las causo.
con otras de presente señaladas.
El tiempo sana regias cuchilladas.
y si se ausenta aquel que acuchillé,
también las echicerías son curadas.

III
Otro de un ausente
¿Viose cosa mas braba que el olvido
apague un corazón enamorado?
¿Quién duda que, aunque esté más apartado,
esté en cuerpo y alma combatido?
No puedo yo creer que el que ha sentido
de verdadero amor algún cuidado
no esté con verse ausente más penado.
y no crezca el querer mas encendido
Si las llamas aún no muy encendidas,
llegándolas materia más se encienden
y han siempre en furor aventajadas.
el amoroso pensar, pues que depende
de ausencias y de penas muy pensadas,
con ellas ¿quién dirá que no se enciende?

Obras poética de Juan Boscán,  edición de M. de Riquer, A Comas y J Molás, Barcelona, Univ, de Barcelona , 1957, pág. 182. Sobre obra poética del siglo XVI.

Obra La Magdalena de Mateo Cerezo, siglo XVII

Y sin embargo, hay ausencias que se dan por la cruda realidad de la vida. Aquellas que llegan sin la intervención de agentes con identidad maligna, salvo la fragilidad biológica como estamos constituidos. Las enfermedades y los accidentes, el paso del tiempo que también marca nuestro deterioro para cumplir con el proceso natural de nuestra existencia.

A ella, cuya ausencia todavía padezco y me dejó claro a corta edad que era lo más importante para la vida de cualquier hombre, y por supuesto para otras mujeres. Aquí lo que surge del alma, la que recogen mis lágrimas trocadas en letras.

Poema Duerme mamá
De Carlos Hdez. G.

Hoy, duermen…
La profecía de la noche
tus manos
            viajeras…
     silentes,
tus  rezos
              Envolturas
de mi f,.

Sobre alfombra verde
        reposa el recuerdo
   bajo la sombra
de un llanto fugado

Amor maternal
           entronizado,
Conocimiento en duda
que conversa
            Con la vida
Impones el sacramento  de luz
Proyectado
           sobre mi cuerpo.
Retorno inevitable
 de la eterna melancolía.

Y para cerrar esta reflexión, en este día especial en que la mujer lanza un reto al mundo, este poema de Raquel Lanseros, invocando su naturaleza y poder sobre sí mismas, no como un acto de rebeldía, sino como un paso de conciencia que sea motivo de irrupción que la saque de su propio sosiego:

Poema Invocación
Tomado de Diario de un destello
de Raquel Lanseros

Que no crezcan jamás en mis entrañas
esa calma aparente llamada escepticismo.
Huya yo del resabio
           del cinismo,
         de la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea yo siempre en la vida
crea yo siempre
     en las mil infinitas posibilidades.
Engáñenme los cantos de sirenas,
tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que nunca se parezca mi epidermis
a la piel de un paquidermo inconmovible
                               helado.
Llore yo todavía
    por sueños imposibles
         por amores prohibidos
          por fantasías de niña hechas añicos.
Huya yo del realismo encorsetado.
Consérvense en mis labios las canciones,
muchas y muy ruidosas
           con muchos acordes.

Por si vinieran tiempos de silencio.